
Las Mujeres en Nuestros Estantes
Después de 17 meses de una vida itinerante, hace algunas semanas finalmente sentí tocar tierra firme cuando me mudé a un nuevo apartamento en Londres, en un piso alto de un edificio gris oscuro en Bermondsey Square, que mira hacia el pequeño cementerio de Santa María Magdalena.
Alguien hacía la observación que tras una mudanza lo primero que uno desempaca es aquello que uno más ama. En mi caso esto no podría ser más cierto, porque lo primero que decidí hacer en cuanto llegué fue sacar todos mis libros de sus cajas y organizarlos en los cinco estantes blancos tipo BILLY de IKEA que se alzan contra las paredes del estudio.
Mientras lo hacía, caí en cuenta que esa era una oportunidad perfecta para catalogar mi biblioteca, una tarea que había estado en mi lista de Cosas Por Hacer durante demasiado tiempo. Durante varios días registré juiciosamente la información de cada libro en una hoja de cálculo, un ejercicio que sería totalmente mecánico sino fuera porque a cada uno le asignaba una o varias categorías que reflejaran su ubicación en el mapa mental que tengo de mi biblioteca (“El Gen Egoísta”: Biología – Genética – Popular – Grandes científicos – Leídos en Utrecht; “Ciudades Invisibles”: Ficción – Relatos Cortos – Viajes - Leídos en Oxford).
Al final, fueron 110 los libros que catalogué con el rótulo de “biografía”, la etiqueta que le puse a todos los que tratan de la vida de un personaje real, histórico o contemporáneo, o aquellos que elaboran ideas derivadas de las vivencias de alguien. La mayoría son biografías en el sentido estricto de la palabra, como “Prometeo Americano”, sobre la vida del físico Robert Oppenheimer, o memorias escritas por el mismo autor, como es el caso del magistral “El Fracaso no es una Opción”, escrita por Gene Kranz, Director de Vuelo de la NASA durante el programa Apolo. Clasificar estos libros como biografías no tiene ningún misterio.
Pero menos obvio son libros como “La Batalla por la Paz”, escrita por Juan Manuel Santos, que se centra exclusivamente en el proceso de paz con las FARC en Colombia, pero que, al narrar estos eventos desde la perspectiva personal del Premio Nobel de Paz, cae definitivamente en el costal de biografías. Más controversial aún es etiquetar como biografía libros como el grandioso “Shantaram”, de Gregory David Roberts, que, aunque se lee como autobiografía, y en teoría narra con fidelidad sus increíbles aventuras en India y Afganistán, es bien sabido que Roberts se tomó muchas libertades literarias a la hora de escribir su bestseller.
También incluí biografías dramatizadas de personajes históricos. Habrá quien diga que las trilogías escritas por Santiago Posteguillo sobre Escipión el Africano o sobre el emperador Trajano son novelas, o que el hermoso libro ilustrado “Logicomix” sobre la vida de Bertrand Russell es solamente un libro de dibujitos. Bien por ellos, para mi se leen todos como biografías y como tal las etiqueté.
Algunas de mis biografías son libros que tienen como tema central la obra de alguien, pero usan ampliamente su vida para contextualizarla. Un buen ejemplo es “Tap Dancing to Work”, un libro que reúne todos los artículos que aparecieron por décadas en la revista Fortune sobre el gurú inversionista Warren Buffet. En otras, es el mismo autor quien usa sus propias experiencias para desarrollar una idea, como pasa en “The Case to Work With Your Hands”, de Matthew Crawford, quién descubrió tras hacer un doctorado en filosofía el papel fundamental que deberían tener los trabajos manuales en su vida misma y en la de los demás.
La mayoría de mis biografías solo tratan sobre una persona, pero algunas pueden ser sobre un colectivo, como ocurre con “Perfect Circle”, el libro más completo que se ha escrito sobre la banda de rock R.E.M. Algunas otras son en realidad una colección de biografías, como lo es “La Llamada de la Tribu” sobre seis economistas liberales que Mario Vargas Llosa admira con devoción.
Lo que tienen en común todas estas biografías es que me dejan ver por una ranura la humanidad de estas personas. Los eventos apoteósicos de la historia se entremezclan con la cotidianeidad del día a día, los ideales que esculpen el zeitgeist de una generación tambalean con las inseguridades de quienes las proponen, y los logros épicos son solo islas en un mar de fracasos.
Estos libros que llamo biografías construyen el eje coordenado para mi propia vida y abren frente a mi la infinidad de caminos que estas personas han transitado. Con sus voces me recuerdan que los eventos y pensamientos que forjan mi vida, se parece mucho a aquellos que definieron las vidas de estos hombres de carne y hueso.
Seguramente quiso decir “estos hombres y mujeres de carne y hueso”
De las más de ciento diez personas de las que se ocupan las biografías en mis estantes, solo siete son mujeres. Las de Flora Tristán (escritora y activista del Siglo XIX), y Vera Brittain (enfermera de la primera guerra mundial), son memorias escritas por ellas, y de Marie Colvin (reportera de guerra), tengo su impresionante biografía que luego fue llevada al cine. Dos libros adicionales reúnen reflexiones que surgen de las vivencias de sus autoras: “All in a Dons Life” de la profesora de estudios clásicos de la Universidad de Cambridge, Mary Beard, y “The Conversations”, de la escritora Olivia Fane.
También incluyo “El Sari Rojo”, una biografía dramatizada sobre la gran política de la India, Sonia Ghandi, y “Widow Basquiat” un libro de anécdotas cortas sobre la artista y psiquiatra Suzzane Mallouk. No pasa desapercibido que la acción de estos últimos dos libros, parcialmente en el primero y totalmente en el segundo, se plantea bajo la relación que tienen estas dos mujeres con dos hombres: Sonia Ghandi es la viuda de Rajiv Ghandi, Suzzane Mallouk era la novia de Jean-Michel Basquiat.
Siete mujeres entre más de ciento diez hombres: Reto a cualquiera a encontrar una disparidad de género más acentuada que la que esconde mi biblioteca. Este descubrimiento me resulta francamente vergonzoso, y hace que me sienta un tanto hipócrita cuando afirmo tener una visión balanceada de este mundo. Cuando el 95% de las voces que escuchas en estos libros te hablan de cómo es la realidad para la mitad del planeta, ¿no estás acaso olvidando algo importante? Claro, aquí solo estoy hablando de los personajes de estas biografías, no sobre los autores de estos y otros libros en mis estanterías. Y sin embargo algo me dice que si me pusiera a la tarea de discernir su genero, me toparía con que son muchos más los ellos que las ellas.
Lo más curioso de todo esto es que nunca me hubiera dado cuenta de esta disparidad tan aberrante sino me hubiera tomado el trabajo de catalogar todos esos libros en primer lugar. A medida que la lista de libros iba creciendo en mi computador, sentía que mi inconsciente registraba algo raro, pero no sabia exactamente que era. Solo fue hasta que llegue a una vieja edición de “Vidas Paralelas” que levante la venda de mis ojos. Esta, una edición de 1921, traduce el título de la obra de Plutarco como “Vidas de Varones Ilustres”.
“¡Ja! Que título tan gracioso y arcaico " - pensé - "tan contrario a nuestra moderna sensibilidad de genero.”
Pero con la incredulidad del detective que se da cuenta que el mismo es el asesino, así mismo me di cuenta que toda mi biblioteca de biografías era una graciosa y arcaica Vida de 103 Varones Ilustres – y tan solo 7 mujeres.
El ínfimo número que tengo de biografías sobre mujeres es el resultado del crecimiento orgánico de mi biblioteca, que no atiende aun riguroso plan de estudio sino simplemente sigue mis erráticos intereses intelectuales. Y para ser justos, parte del problema radica en el lado de la oferta: Es bien sabido que las mujeres están sub-representadas en el género biográfico. ¡En Wikipedia solo el 17% de las biografías son de mujeres!
Las disparidades de género no se esconden, ellas están ahí al frente de todos, literalmente en los estantes de mi biblioteca. Lo que uno si tiene que hacer es ajustar su visión para poder detectarlas, y para hacerlo el simple acto de contar se convierte en una poderosa herramienta. Contar libros, biografías, y mujeres en estas biografías tal vez resulte extraño para muchos, supongo que será por mi oficio que a mi me resulta de los más natural.
Este episodio me hizo recordar la Prueba de Bechdel, tres preguntas que se hacen sobre una película cualquiera para determinar el protagonismo de las mujeres en ella:
- ¿Aparecen en ella al menos dos mujeres?
- ¿Que hablan entre ellas?
- ¿Acerca de algo diferente a un hombre?
Sería natural pensar que son muy pocas las películas que no logran pasar estos tres criterios tan simples, pero la verdad es que si te pones a contar, encontrarás que en un universo de más de seis mil películas sobre las que se ha hecho el análisis, el 42% no logra pasar la Prueba de Bechdel. Te dejo entonces las preguntas:
- ¿Cuántas biografías has leido?
- ¿Qué traten de una o más mujeres?
- ¿Cuyo rol no esté determinado por la relación que tengan con un hombre?
Yo seguiré leyendo biografías, pero quiero empezar a balancear este desequilibrio, no veo nada de malo en introducir un poco de discriminación positiva la próxima vez que vaya a la librería. Ya tengo identificadas varias biografías de mujeres que quiero comprar, pero estoy abierto a sugerencias: ¿Cuál es tu biografía favorita sobre una mujer?